Cuando se habla de la década de los 70 no se puede hacer otra cosa que observar con atención a ese jugador que jugaba en la posición de Pivot, con el 13 a la espalda y que marcó una época en el baloncesto español y madridista. Luyk vistió la camiseta blanca durante 16 largas temporadas que acabaron con un palmares extraordinariamente amplio para las vitrinas de Clifford.
Nació en 1941 en Estados-Unidos y practicó muchos deportes antes de decidirse al fin y al cabo al baloncesto a los 12 años. Con esa decisión, tanto la historia del baloncesto, como el madridismo se ganaron a un grande entre los grandes.
Se formó como jugador en la Universidad de Florida, y se presentó al Draft de la NBA, dónde los New York Knicks le escogieron en la cuarta ronda.
Los de Nueva York jugaban un partido de pre-temporada contra los todopoderosos Celtics de Russel y Cousy, con Ferrándiz en la grada, observando: al Madrid le hacía falta un pívot dominante.
Siguiendo todos los pronósticos, el equipo de Boston mandaba por 10 en el marcador a falta de 3 minutos. Donovan, recién nombrado entrenador de Nueva York veía como se le iba el partido de las manos, miró al banquillo y vio a aquel jugador de 21 años que acababan de seleccionar en el Draft. Y le dio una oportunidad. Y Clifford no dudó en aprovecharla. Logró encestarle a un defensor tan imposible de sobrepasar como el bueno de Bill, nada más y nada menos que ocho puntos en tres minutos. Ocho puntos que le valió la victoria al conjunto de Nueva York.
Y Ferrándiz, desde las gradas del Madison Square Garden, se encaprichó con Luyk. Y lo fichó, Y no fue un simple capricho de entrenador. Acababa de dar comienzo a una era de dominación bajo los aros de Luyk y del Madrid en Europa.
Llegó a Madrid en el 62. Su adaptación fue instantánea, haciéndose amigo de una leyenda blanca como Emiliano, y del resto de la plantilla. Cuando la liga decidió en 1964 prohibir los jugadores extranjeros, se nacionalizó e hizo de Madrid su residencia principal, demostrando así su amor por el equipo de la capital. Con la selección jugó 150 partidos y fue esencial en la medalla de plata del Europeo del 73 en Barcelona.
Ya nacionalizado jugó vestido de blanco otras 14 temporadas y revolucionó el trabajo que debían realizar los jugadores en su posición, poniendo sobre la mesa una nueva posibilidad, una nueva forma de jugar: un pivot que no fuera puramente reboteador y simplemente sirva para lanzar contragolpes, poniendo en relieve un nuevo papel en el campo: el de ala-pivot. Era un jugador interior, lo que incluye por defecto reboteador, que era a la vez rápido, y buen tirador. Lo tenía todo para triunfar, y, como suelen hacer los jugadores en esos casos, triunfó. Su gancho se quedará siempre grabado en la mente de todo aquel que tuvo la posibilidad de ver jugar en directo a tal leyenda, igual que se nos queda grabado a los que tan sólo hemos podido ver su nivel de juego en vídeos.
Pero no sólo aportaba en ataque. Su nivel de defensa era excelente, muy rocoso, y casi imposible de superar por cualquiera que lo intentara. Ni Martínez, ni Bobrovski, ni Zidek. Ningún pivot le ganó la partida claramente, y muchos lo intentaron, y eran de calibre...
La llegada de un equipo tan completo como el que manejaba Ferrándiz hizo que el conjunto merengue dominara en España durante dos décadas. El Juventut y el Barcelona intentaron varias veces levantar a los blancos del trono que habían conquistado a base de buen baloncesto, pero sólo lo consiguieron en pequeñas batallas, la guerra, no hay duda, la ganó el conjunto en el que Clifford era una pieza esencial.
En Europa fue otra historia. El Madrid ganó 6 copas de Europa con Luyk jugando en la posición de pívot. Pero, pese a ser el mejor equipo de Europa en esas dos décadas, no tubo la misma supremacía que la que gozaba en España. Les costó ganar muchos partidos, se perdieron semifinales, finales, a la par que, otras muchas veces, se ganaban. El partido más impresionante que se recuerda a este conjunto es un partido contra el OKK en Belgrado. El conjunto local debía remontar una gran diferencia, y los encargados de mesa sabotearon el crono para que el partido durara más de lo reglamentario. Tras tres horas de juego y el Madrid ganando, todos sus interiores habiendo sido expulsados, Ferrándiz miró a un jugador de banquillo, que no jugaba nunca, y Brent Scott salió a pista. Recibió dentro de la zona y la hundió como una bestia. Todo el pabellón miró a aquella bestia con la boca abierta. Ahí, los de Belgrado se dieron cuenta de que no podían ganar, y el árbitro pitó el final.
En la final de esa misma Euroliga, un tal Clifford Luyk anotó 30 puntos, en uno de los mejores partidos de su carrera, y cuando se fue del campo, la afición visitante se rindió a él, y el estadio Lenin de Moscú entonó un sonoro y emotivo "Cliff" que se quedará para la prosternad, al igual que su actuación, al igual que su madridismo, al igual que él. Clifford Luyk es y será para siempre, una leyenda.
En 1978 colgó las botas. Pero no nos abandonó y volvió a demostrar por que razón siempre estará en nuestros corazones. Entrenó categorías inferiores para convertirse en ayudante del gran Lolo Sainz, y un año de Karl. Entre 1991 y 1994 llevó al primer equipo a quien sumó dos Ligas, una Copa y una Recopa. Hoy en día es técnico asesor en la sección de baloncesto. Fue nombrado en 2008 entre los 50 mayores colaboradores de la Euroliga, lo que no hizo más que reforzar un estatus que ya tenía. El de leyenda.
Nunca te olvidaremos, para siempre, eterno, "Cliff" Luyk, madridismo, del de verdad...
PALMARÉS
14 Ligas
14 Ligas
10 Copas de España
6 Copas de Europa
3 Copas Intercontinentales
1 Medalla de Bronce en un Europeo
6 Copas de Europa
3 Copas Intercontinentales
1 Medalla de Bronce en un Europeo
Aurélien SALAS
@aurelio_salas
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