sábado, 16 de mayo de 2015

Previa Final Real Madrid vs Olympiakos "El recuerdo de la fe"




En la vida siempre hay que escoger. Hoy, por ejemplo, podría haber comenzado esta previa escribiendo sobre la final que disputaron Real Madrid y Olympiakos en Londres hace dos temporadas. Recordar el último enfrentamiento entre estos dos colosos en una final y relatar ese precedente. Pero me vais a perdonar. Hoy no toca hablar de ese partido. Al menos no quiero que sea así.

He escogido un enfrentamiento más lejano en el tiempo con el único fin de volver a revivir la grandeza de una plantilla legendaria. Vivir de nuevo el recuerdo de jugar una final en España. Vivir de nuevo el recuerdo de jugarla frente a Olympiakos. Y sobre todo revivir la gesta de un club, el Real Madrid, que se hizo con su octava Copa de Europa.

Año 1995, Zaragoza. Sabonis, Arlauckas, García Coll, Santos y Antunez. Fassoulas, Volkov, Eddie Johnson, Sigalas y Tomic. La plantilla del equipo griego inspiraba temor; tenían dos aleros de mucha calidad y con un fantástico tiro exterior. Un 4 exNBA versátil y de mucha potencia física. Y Fassoulas. Un Bouroussis más delgado y con más envergadura que hacía de su intimidación la mejor carta de presentación.

Pero a pesar del favoritismo heleno el mundo tuvo que plegarse a la mejor pareja de interiores que ha tenido el equipo blanco en toda su historia, y tanto Sabonis como Arlauckas demostraron que la historia de la Copa de Europa lleva grabado a fuego el nombre del Real Madrid. La defensa de Isma Santos a Eddie Johnson, los magníficos minutos de descanso de Antonio Martín a Sabonis y las acertadas direcciones de Antúnez y Lasa fueron, junto a las actuaciones del gigante lituano y del 8 americano, las excusas perfectas para ganar la octava. Dejaron a los griegos en 61 puntos. Sólo 61. Y el entrenador del equipo campeón era Obradovic. Sí, Zeljko Obradovic.

Y ahora…


Veinte años más de baloncesto. Tres finales de Copa de Europa seguidas y todos con el convencimiento de que sí, que a la tercera va la vencida.

Me he propuesto no escribir de números y estadísticas. Las finales así no se ganan con ellas de la mano. Se ganan con corazón, con empuje y creyendo en el baloncesto que uno hace.

Poco importa que delante esté Printzesis o Spanoulis, un jugador que vive de los minutos finales de cada partido por decidir. Menos aún importa que Lojeski sea un buen tirador o que Olympiakos sea el equipo que menos puntos permite a sus rivales. Todo esto debe dar igual. Al final cuenta el deseo y el esfuerzo colectivo, cuenta una idea y un concepto de baloncesto y, sobre todo, cuenta ponerla en el parquet con toda la fe que supone una Copa de Europa como recompensa.

Sin presión, disfrutando sobre la cancha como hace Sergio Rodríguez cuando entra en catarsis. Con la garra de Felipe, Ayón y Nocioni como estandarte. Con la calidad de Llull, Rudy, Carroll y la versión 3.0 de Rivers. Y, además de todo esto, la defensa. Pero sobre todo con una identidad que nos hace merecedores de jugar el mejor baloncesto de europa. Si no renunciamos a ella, seremos campeones.

Como dije antes hoy no he querido escribir sobre estadísticas. No quiero números que empañen la verdadera esencia del baloncesto. El corazón no entiende de ellos y la cabeza, cuando se emplea bien, tampoco los necesita. Hoy sólo he querido escribir de historia y de fe, de la fe que hace a un equipo campeón. De la fe que hace competir. De la fe que puede dar la Novena.

Podrás seguir el partido a través de las cámaras de Canal + Deportes el Domingo 17 a las 20h. Y, por supuesto, la narración a través de nuestra cuenta de Twitter @BasketEC


Previa por @delaordenc

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